LIBERANDO CORAZONES
La cárcel es soledad. Una suma de ausencias. Olvido y desdén de quienes están afuera. Memoria obsesiva y a veces rencorosa de quienes están adentro. Los muros que se levantan para separar socialmente a ‘buenos y malos’ nos crean una cruel certeza de la existencia de dos mundos, una certeza que sin embargo no es cierta, pero que acaba por deshumanizar a ambos lados, y por hacernos creer que «nada bueno hay allá, detrás de las rejas»… Pero ¿es esto verdad, o es sólo una ilusión social que nos apacigua la conciencia?
En los últimos años, la población en las cárceles mexicanas ha aumentado casi 500%, esta es –y con razón- una de las principales preocupaciones del actual sistema penitenciario mexicano, cuyas autoridades enfrentan las muchas violencias derivadas de esta sobrepoblación, y es verdad que el crecimiento de prisioneros ha aumentado exponencialmente, pero este ‘dato en cifras’ no debería reprobar sólo a un sector, sino a toda una sociedad… porque después de todo, enumerar no siempre es medir la verdadera dimensión de un problema: Juzgar no es comprender. Y es casi imposible perdonar lo que no se comprende.
El escritor británico Oscar Wilde, escribió desde prisión su epístola carcelaria ‘De Profundis’, en donde afirma: “Cada vez que somos enjuiciados, toda la vida es enjuiciada (…) Lo que acontece a otro, acontece a todos… si deseamos una inscripción de placer o de dolor para leerla al alba y al ocaso, debemos escribir en los muros de nuestra casa estas palabras a las que el sol dará luces de oro y la luna reflejos de plata: ‘¡Todo lo que le sucede a uno mismo, le sucede al otro! (…)”
El proyecto «Liberando Corazones» se propuso llevar a los territorios del encierro al poeta de las calles Armando Alanis, autor del movimiento con alcance mundial “Acción Poética”, quien durante décadas se dedicó, en solitario a cambiarle el rostro a su ciudad, y cambiarles el ánimo a los transeúntes en su natal Monterrey, México. Su trabajo acabaría inspirando a poetas callejeros de todo el mundo, y esto fue lo que Corresponsal de Paz se propuso hacer en la cárcel femenil de Zacatecas, México.
Dicen que la poesía no tiene fronteras… y dicen también, que es imposible atrapar los sueños, encerrarlos. Pero, ¿cuánto de ambos –de poesía y de sueños- cabe en los minúsculos confines de una celda? ¿Cuánto entre los muros de una prisión?
El proyecto piloto “Liberando Corazones” trató de demostrar cómo y cuánto una palabra leída y otorgada en el momento en que uno la necesita, puede cambiar la energía interna. El reto consistió en llevar, al interior de la cárcel femenil zacatecana, al poeta de las calles, para que las reclusas pudieran vivir ese cambio de manera personal, y, en conjunto con el tiempo, cambiar también, al menos en cierta medida, la energía que circunda cotidianamente a las paredes de esta prisión, donde impera (como en muchas otras cárceles del mundo) el rencor, el olvido y la desesperanza, y en cuyo interior parecería que “la poesía no tiene lugar”.
Corresponsal de Paz y Acción poética llevaron la poesía a la prisión en octubre de 2012, a fin de que las reclusas pudieran recuperar el significado perdido de las palabras y liberar así, positivamente, aunque fuera solo un poco de las emociones que han sido encerradas junto con sus cuerpos.
LEE EL REPORTAJE SOBRE EL PROYECTO: «ESTRELLAS DE LA POESÍA… EN EL PAÍS DEL DOLOR |