En los últimos cinco años, la población carcelaria de México ha aumentado casi 500%, y el número de mujeres reclusas también crece hoy de forma exponencial. Pero ¿a quién le preocupa lo que sucede en el alma y los corazones de quienes están presos? ¿Quién sabe lo que sueñan y anhelan quienes purgan condenas? Descubrirlo y plasmarlo, fue el reto de este proyecto social: hacer poesía callejera, al interior de una prisión femenil
Texto y fotos: Cristina Ávila Zesatti
Dicen que la poesía no tiene fronteras… y dicen también, que es imposible atrapar los sueños, encerrarlos. Pero, ¿Cuánto de ambos –de poesía y de sueños- cabe en los minúsculos confines de una celda? ¿Cuánto entre los cuadrados muros de una prisión?
La cárcel es soledad. Una suma de ausencias. Olvido y desdén de quienes están afuera. Memoria obsesiva y a veces rencorosa de quienes están adentro. Los muros que se levantan para separar socialmente a ‘buenos y malos’, nos crean una cruel certeza de la existencia de dos mundos, una certeza que sin embargo no es del todo cierta, pero que acaba por deshumanizar a ambos lados, y por hacernos creer que ‘nada bueno hay ‘allá, detrás de las rejas’… Pero ¿es esto verdad, o es sólo una ilusión social que nos apacigua la conciencia?
“Oso decir que es necesario yacer en una cárcel para comprenderla (…) Para los que yacen encarcelados, las lágrimas forman parte de la experiencia cotidiana; un día sin lágrimas es un día en que el corazón está endurecido, no un día en que el corazón es feliz”
La frase anterior fue escrita por uno de los más grandes autores de la historia reciente, el irlandés Oscar Wilde, autor de numerosas obras, y condenado a cumplir dos años de prisión y trabajos forzados, acusado y señalado por la sociedad victoriana londinense de finales del siglo XIX.
Estando en la cárcel, Wilde escribió “De Profundis”, una bella obra en estilo epistolar, en la que describe sus vivencias como prisionero:
“Fuera, la luz puede ser dorada y azul; pero el vidrio opaco del ventanillo de la celda, con sus barrotes de hierro, sólo deja pasar tímidamente una luz pobre y gris. En las celdas, impera siempre la penumbra del crepúsculo, lo mismo que en los corazones. En la esfera del pensamiento, como en la esfera del tiempo, no existe movimiento (…) yo que fui en un tiempo príncipe del idioma, no tengo palabras para expresar mi angustia y mi vergüenza…”
¿Cómo saber si actualmente algún recluso o reclusa en México es en realidad, y en lo más profundo de su alma un poeta o algún ‘príncipe del idioma’, jamás descubierto? Difícil saberlo, no sólo porque el sistema penitenciario está pensado para recluir delincuentes y no para descubrir talentos ocultos, sino también y además, porque la situación de nuestro país es hoy en día, peculiarmente grave.
En los últimos cinco años, la población en los (así llamados) Centros de Readaptación Social (CERESOS) se ha incrementado en casi 500%. Y ya se sabe, es la sobrepoblación física con sus ulteriores efectos, y no precisamente las almas de los presos, lo que más preocupa a las autoridades. Pero estamos hablando de seres humanos. Luego entonces ¿qué pasa con sus almas? ¿Con estos corazones que –más allá de la metáfora- están literalmente presos? … almas y corazones… esos parecen ser terrenos poéticos… fuera del alcance de los funcionarios…
La poesía en la cárcel… ¿es un delito?
“Pero… Véanos: ¿Verdad que no parecemos delincuentes?” pregunta a esta periodista una chica de unos 22 años, mientras varias de sus compañeras se afanan bajo un sol inclemente. Están pintando paredes y escribiendo a coro frases poéticas en algunos muros del CERESO femenil de Cieneguillas, Zacatecas, en donde por primera vez, se lleva a cabo una ‘intervención poética’.
Se trata de un proyecto ideado por Corresponsal de Paz y llevado a cabo por Armando Alanis, autor de ‘Acción Poética’, el ‘culpable’ de haber transformado positivamente con sus bardas inspiradoras primero a la ciudad de Monterrey, Nuevo León, y con el tiempo, a unas 20 localidades mexicanas y de otros países también.
El ‘asalto’ de esas frases con poesía regadas por calles, puentes y baldíos, escritas aquí y allá por Alanis, y que han transformado el estrés y el enojo urbano en instantes de inocencia poética a lo largo de 16 años, fue la inspiración para intentar buscar esa misma transformación en quienes, -por las razones y delitos que sean- ya no tienen hoy, ni tendrán por mucho tiempo, oportunidad de pasearse libremente más que por los cortos y oscuros pasillos de la cárcel.
“Desde el principio, el proyecto me gustó mucho, pero confieso que tenía algo de miedo, porque uno se hace ideas equivocadas de cómo son las prisiones… pero una vez adentro, todo cambió: Yo mismo viví una transformación, fuimos dos días, el primero para contarles lo que era la Acción Poética, y les dejamos como tarea que ellas mismas (las reclusas) pensaran en frases para pintar en algunos muros que nos permitieron pintar con su poesía, con las frases elegidas por ellas para ver durante todos los días que dure su encierro”.
Para Armando Alanis, este proyecto fue la muestra fehaciente de cómo y cuánto una palabra leída en el momento en que uno la necesita, puede cambiar la energía interna. El reto de llevar al interior del CERESO zacatecano al artista regiomontano, era que las reclusas pudieran vivir ese cambio de manera personal, y en conjunto y con el tiempo, cambiar también, al menos en cierta medida, la energía de todo un lugar donde impera la desesperanza, y donde parecería que la poesía no tiene cabida.
También fue la primera vez que ‘el poeta de las bardas’ trabaja en colaboración con la policía, puesto que antes, en sus primeros años de intervenciones urbanas, la ‘papa’ (como llaman las reclusas a los oficiales) lo perseguía por pintar graffiti en las calles. Esta vez en cambio, todo era diferente: autoridades estatales, municipales y penitenciarias colaboraron con el proyecto de la organización periodística Corresponsal de Paz para ‘invadir la cárcel de poesía’.
Palabras que liberan emociones encerradas
Paz. Alma. Amor. Soledad. Libertad… sobre todo ‘Libertad’, fue la palabra que más propusieron las internas zacatecanas en sus textos, quienes, durante todo un día con su noche, reflexionaron en las frases que querían que Acción Poética pintara en los muros prestados de su casa, su prisión.
Palabras cotidianas, sin rebuscamientos. Palabras que todos pensamos, que todos sentimos, pero que no todos y no siempre, somos capaces de articular… palabras que, sobre todo a quienes no estamos en prisión, nos cuesta expresar; palabras que sin embargo, adquieren otra dimensión y toda una resignificación para quienes están ahí dentro.
“Para nosotros decir ‘libertad’ no tiene ningún sentido. Nos hemos olvidado de su peso, de su potente significado… con esta intervención yo mismo me he dado cuenta, porque por momentos, haciéndome cómplice y amigo de ellas, me olvidé de las distancias… pero lo mejor fue que ellas también lo hicieron. Una de las chicas, una muy guapa y muy joven me dijo: ‘hoy nos sentimos como si no estuviéramos aquí, en la cárcel… se rompió la rutina, la de todos los días’… Yo hablé mucho con ellas, algunas tienen condenas larguísimas por delante, y hasta bromeamos… ‘tenemos todo el tiempo del mundo’, decían riendo… para mi –dice el poeta urbano-fue terrible y también maravillosa esta experiencia”.
Las tres pequeñas paredes designadas por las autoridades penitenciarias del CERESO zacatecano, fueron insuficientes para la inspiración, para los deseos, para los sueños, las esperanzas y las nostalgias de las 51 reclusas que conviven en uno de los dos módulos que conforman este centro carcelario, cuyas edades oscilan entre los 20 y los 65 años. La mayoría de ellas es capaz de sostener la mirada al hablar de lo que llaman ‘su error’. Se asumen, pero también –y con razón- la mayoría sabe o intuye que no son, de ningún modo las únicas culpables sociales de su estancia carcelaria.
Estrellas de la poesía… en el país del dolor
En su epístola carcelaria ‘De Profundis’, Oscar Wilde escribió: “Cada vez que somos enjuiciados, toda la vida es enjuiciada (…) Lo que acontece a otro, acontece a todos… si deseamos una inscripción de placer o de dolor para leerla al alba y al ocaso, debemos escribir en los muros de nuestra casa estas palabras a las que el sol dará luces de oro y la luna reflejos de plata: ‘¡Todo lo que le sucede a uno mismo, le sucede al otro! (…)”
Efectivamente, viendo a estas mujeres que están ‘internas’ en la principal cárcel de la ciudad de Zacatecas, conviviendo con ellas mientras pintan poesía en las paredes de su casa-reclusorio, ‘no parecen delincuentes’ -como bien dijo una de ellas-. Allí hay jóvenes, ancianas, mujeres de mediana edad… rubias, morenas y teñidas. Algunas fueron madres, otras tienen bebés dentro de la prisión. Provienen de todos los niveles sociales posibles e imposibles, y de varias ciudades de este cruel, bello y contradictorio México. Sus delitos son variados, como variado es su lugar de nacimiento, sus edades, sus rasgos y sus complexiones… variada es también la pena con que –se supone- habrán de purgar su ofensa contra la sociedad.
Pero es igual de cierto que detrás de cada una de ellas hay una historia, unos motivos… un origen oculto y profundo que explica –al menos en parte- el momento de la vida en que se torcieron los caminos, se acabaron las opciones o simplemente, se tomaron malas decisiones. No en pocas ocasiones, su presencia en la cárcel fue o es ‘la historia de un amor’, por un hombre, por un hijo, por un amigo…
Juzgar no es comprender. Y es casi imposible perdonar lo que no se comprende. Si: es veraz decir que el crecimiento de población en las prisiones de México ha aumentado exponencialmente, y que el número de mujeres reclusas también ha ido in crescendo. Pero esta ‘nota social’ no debería reprobar sólo a un sector, sino a toda una sociedad… porque después de todo, enumerar no siempre es medir la verdadera dimensión de un problema.
Actualmente, se calcula que hay unas 12 mil mujeres presas en los CERESOS femeninos de todo México, y que cada una tiene –en promedio- dos hijos. Pero ni las autoridades penitenciarias ni otras instancias gubernamentales saben con certeza quiénes son estos ‘niños de la prisión’; pues a la fecha no hay un estudio confiable para determinar cuántos menores conviven con sus madres durante su reclusión, ni por cuánto tiempo. Y la infancia, que sería o debería ser ‘la poesía de la vida’, en México tristemente crece encerrada y multiplicada por miles. Un retrato más de la situación que enfrenta el país, con sus veladas violencias invisibles olvidadas.
Así, a la luz de estas frías cifras y en contraste con la oscuridad que suele reinar en la vida de las prisiones, surge la tentación de pensar que a todos en esta sociedad nos está haciendo falta una buena dosis de poesía… de recuperar esas palabras que ‘acá afuera’ han perdido su peso y su significado: palabras como ‘Paz. Alma. Amor. Soledad. Libertad…’
“A veces tienes que sacar del contexto a la palabra para que te golpee con la fuerza necesaria” dice el poeta escritor de mensajes urbanos y transformador de corazones callejeros.
Por ahora, con esta ‘intervención poética’, el proyecto fue precisamente al contrario: ingresar las palabras al contexto carcelario y el resultado fue tan mágico como sencillo: tres pequeñas bardas con tres pequeños mensajes: “Pronto estaremos juntos”… “Libera tu alma: ama”… “Paz, Amor, Libertad”… las mismas reclusas escribieron la poesía que querían leer en su cotidianeidad repetida. Las frases que habrán de recordar con la mirada de afuera, para darle algún sentido propio y personal, a la mirada de adentro.
“Los sistemas vigentes en las cárceles son absolutamente pésimos; yo daría no sé qué cosa por poderlos modificar”, escribió Oscar Wilde desde la prisión en 1897, en la que fuera su última obra… El autor irlandés cayó en la desgracia y el olvido después de su encarcelamiento, que duró apenas dos años. Murió en la pobreza, rechazado por la sociedad que lo condenó; y el creador de maravillosos cuentos como ‘El gigante egoísta’, ‘El Príncipe Feliz’ o ‘El ruiseñor y la rosa’, no volvió a publicar nunca nada más… Como si el encierro le hubiera arrebatado cualquier oportunidad a la palabra.
Ya se ve que desde entonces hasta hoy, el sistema penitenciario y sus presupuestos de ‘readaptación’, han hecho pocos avances, por no decir que han fracasado. Tal vez porque todos y nadie somos un poco culpables… o tal vez porque como sociedad, hemos soslayado la importancia de esos territorios poéticos que todos los seres humanos –libres y presos- tenemos y necesitamos.
Esta fue la motivación principal de este proyecto piloto, para hacer que la poesía encerrada detrás de las rejas, tuviera alguna oportunidad de hacer volar los pensamientos, y el efecto logrado ha sido toda una revelación. Un acercamiento entre los mundos separados por los muros, pero unidos por el destino de todo un país que vive la violencia y se olvida de la poesía.
“…sería exacto decir que detrás del dolor, siempre hay un alma; y mofarse de un alma que cumple una pena es horrible”… dijo Wilde en la carta ‘De Profundis’, que escribió como último legado y que era, un reflejo de lo que ocurría en la sociedad de su tiempo.
Por fortuna, para nosotros, una de las ventajas que sí tiene nuestra sociedad moderna, es que los canales para decir las cosas que pensamos y sentimos se han ampliado también en forma exponencial. Y así como Armando Alanis y su intervención, pudieron llegar a inspirar poesía a una cárcel mexicana, del mismo modo, algunas de las frases escritas por las internas del CERESO zacatecano de Cineguillas podrán ver la luz en algunas de las invasiones urbanas que hace ‘Acción Poética’ en las paredes regadas por México y el mundo… porque dicen (y dicen bien) que la poesía no tiene fronteras, y que es imposible encerrar a los sueños.
Una de las frases que más llamó la atención del poeta urbano, fue la de una interna no mayor a 25 años, que escribió en una hojita de papel: “La vida es ruda: usa casco”… parece que el humor es otro sentimiento imposible de aprisionar!
FRASES PROPUESTAS POR LAS INTERNAS PARA LA ACCIÓN POÉTICA EN LA CÁRCEL |
*El que perdona ama
*La verdad del culpable *Pronto estaremos juntos *Tiene sentido el dolor. En él hay escondido un tesoro *La vida es ruda: ¡usa casco! *El amor vence: practícalo *La libertad es como la fortuna: perjudicial a unos, útil a otros *La libertad es para soñarla *La libertad se amplía con lo que en ti liberas *Un prisionero es un predicador de la libertad |