La FIFA premia a su Federación por mantener las constantes vitales del fútbol en un contexto de conflicto
Plomo Sólido es el nombre en clave de la ofensiva que el ejército israelí desplegó sobre Gaza, el pasado 27 de diciembre de 2008 por espacio de 25 días, en la que murieron unas 1.300 personas, un tercio de ellas niños.
Nada ni nadie pudo eludir la insistencia de los ataques hebreos, llevados a cabo en respuesta a los continuos lanzamientos de misiles sobre territorio israelí por parte del grupo terrorista Hamas. El fútbol, como el resto de actividades deportivas, tampoco se libró de la barbarie bélica. De ello puede dar fe el Estadio Nacional de Rafah y sus instalaciones, levantadas en 2002 -y operativas desde 2005- con la ayuda de la FIFA y su proyecto Goal para acoger a las diferentes selecciones masculinas y femeninas del incipiente balompié palestino.
El plomo hebreo se cebó con saña en los primeros días de este año en forma de bombas de racimo sobre el cuartel general de la Federación Palestina (FPF). La enésima incursión de la aviación israelí devastó por completo la tribuna principal del rectángulo de juego, sembró de cráteres el cuidado manto verde del coliseo y redujo prácticamente a escombros las instalaciones colindantes.
El poder destructivo del ataque superó con creces el acaecido dos años atrás, llevado a cabo por los mismos protagonistas y contra idénticos objetivos. Entonces, como ha sucedido ahora, la FIFA se puso manos a la obra de inmediato para restañar los daños materiales, que ascendieron a más de dos millones de euros.
El órgano rector del balompié mundial premiaba la pasada semana, en plena gala del FIFA World Player, la ardua labor de la Federación Palestina en su afán por mantener las constantes vitales de un fútbol en constante amenaza de destrucción y muerte, y por su contribución para hacer realidad el primer estadio adaptado a las normas internacionales en toda Cisjordania.
Como si fuese un guiño cruel del destino, dicho reconocimiento llegaba apenas tres días después del devastador ataque israelí sobre el orgullo de la FPF y de todos los palestinos que aman el fútbol. Por desgracia, no fue el único que ha golpeado en plena santa bárbara al deporte rey, en ese corredor de la muerte! en que se ha convertido últimamente la franja de Gaza.
Las bombas mataron a tres futbolistas palestinos
Tres integrantes de la selección palestina perdieron la vida a comienzos de este año, víctimas de los constantes e intensos bombardeos del ejército israelí que no cejaron de sacudir suelo cisjordano. Shadi Sbakhe y Ayman Alkurd, futbolistas que militaban en el Al-Ryadi de Falasteen y en el Khadamat Alniserat, respectivamente, perecieron en el interior de sus domicilios, que saltaron literalmente por los aires luego de un ataque artillero nocturno. A Wajeh Moshtahe, un prometedor mediocampista ofensivo de 24 años que defendía los colores del Ittihad Alshojaeya, y que estaba llamado a ser el referente del fútbol en su país, la muerte le sorprendió en forma de bomba aérea cuando emprendía el camino de regreso hacia su hogar, al que lamentablemente nunca llegaría.
Los tres habían tomado parte el 26 de octubre del año pasado en la fiesta que supuso el histórico encuentro entre la selección de su país y la de Jordania, el primer partido en la franja de Gaza, y que sirvió para inaugurar el estadio Al Huseini de Al-Ram, en Ramallah. El resultado final fue de 1-1.
Junto a ellos, compartiendo vestuario y un sinfín de emociones, se encontraba esa tarde Roberto Fabián Bishara Adawi. El defensa del Palestino, chileno e internacional con el combinado cisjordano -es hijo y nieto de palestino-, vivió en permamente estado de shock por lo que sucedió durante esas dramáticos días en su patria adoptiva.
«Cuando me avisaron de la muerte de los chicos, me partí de dolor. Me afectó. Me quedé helado sobre todo por la forma en que se produjeron», confesó posteriormente el zaguero andino.
El pesar de Bishara aumentó a medida que los recuerdos afloraban en su cabeza. «Era gente muy joven. Compartí mucho tiempo con ellos en el último viaje que hice a Palestina, en octubre. Me sorprendió el espíritu tan alegre que tenían, a pesar de los graves problemas que tienen que soportar día tras día. Siempre estaban sonrientes, cantábamos en el autobús, nos hacíamos bromas…».
Amistoso Irak-Palestina
El zaguero sudamericano tuvo la oportunidad de volver a ponerse la zamarra palestina con motivo de otro acontecimiento histórico: el doble Irak-Palestina disputado recientemente en las ciudades de Arbil, en el Kurdistán iraquí; y en Bagdad. Un par de duelos que ponían fin a casi siete años sin que un equipo extranjero pisara suelo iraquí para disputar un encuentro internacional por causa de la sangrienta guerra civil que asoló la antigua Babilonia desde abril de 2003, y que se cobró más de un millón de víctimas.
El ejemplo de deportividad dado por ambos equipos y el ambiente sereno y entusiasta que presidió los dos encuentros en el magnífico feudo del vigente campeón iraquí y en el estadio Nacional de Al Shaab deberían servir para que la FIFA se replantee definitivamente el levantar el veto que mantiene para disputar partidos internacionales en ese país y contribuir así a cerrar una herida que el fútbol está dispuesto a suturar del todo.