En la capital de Bosnia-Herzegovina, el lugar que protagonizó la última guerra de Europa por conflictos interétnicos, existen hoy esfuerzos por reencaminar a la población a la paz y la reconciliación desde la infancia. La convivencia en las aulas resulta ideal para preparar ese terreno
A Eldina Ismailij, una niña de 11 años de edad, le encanta bailar. Cuando escucha el ritmo intenso de la música romaní, su etnia, ella se siente completamente libre.
El año pasado, cuando Eldina ganó una competición de baile, la noticia salió en un periódico con una foto suya. La niña se sonroja cuando se le pregunta sobre ese triunfo, pero su madre, Dzemila Bostandzija, no oculta su orgullo. Eldina dice que lo mejor de haber ganado el certamen, fue el pastel con que le premiaron.
Eldina y los otros ocho miembros de su familia viven en el sótano de un edificio de tres pisos localizado en una colina de Sarajevo, la capital de Bosnia y Herzegovina. Eldina estudia en la escuela primaria Dzemaludin Causevic, que se encuentra en el vecindario de Svarkino Selo.
«Ha sido difícil, porque muchos niños romaníes no van a la escuela, no tienen formación escolar ni aptitudes ni conocimientos, de manera que lo único que saben y pueden hacer es andar dando vueltas por ahí y recoger basura», comenta la madre de Eldina. «No hay muchos niños romaníes que vayan a la escuela, y por eso tienen menos oportunidades».
Para llegar a la escuela, Eldina debe hacer un largo viaje en tranvía. La niña dice que a veces siente temor al regresar a su casa desde la escuela en invierno, cuando anochece temprano. En esas ocasiones, Eldina le pide a su padre que le espere en la parada del tranvía.
Aunque hay escuelas más cerca de su hogar, Eldina prefiere la suya, que fue reconstruida con ayuda de UNICEF y el Gobierno de Dinamarca al finalizar el conflicto armado en la región. Se trata de un centro de enseñanza primaria cuyos directivos se esfuerzan por captar alumnos de familias romaníes, como la de Eldina.
Los romaníes son un sector minoritario de la población de Europa central y oriental que poseen lenguaje, costumbres y tradiciones propias. En Bosnia y países vecinos, los integrantes de esa comunidad suelen ser objeto de discriminación por parte de las poblaciones locales.
Reconstruyendo la paz y la tolerancia
En muchas escuelas de Bosnia se perciben aún las tensiones étnicas que dieron lugar al sitio de Sarajevo a mediados del decenio de 1990 y que duró 43 meses. Muchas escuelas fueron destruidas en ese conflicto, durante el cual fue necesario dar clases en sótanos y refugios antiaéreos.
En la actualidad, algunos centros aplican el enfoque de «dos escuelas bajo un mismo techo», ya que tienen programas de estudios distintos para grupos étnicos diferentes. La escuela primaria Dzemaludin Causevic es una excepción, ya que se trata de una institución multiétnica y multicultural abierta estudiantes de todos los orígenes.
Una de las clases favoritas de Eldina es la de idioma bosnio, aunque la niña también se siente muy orgullosa de su acervo cultural romaní. En su escuela se ofrecen clases de lenguaje y cultura romaní a las que pueden asistir alumnos de todos los orígenes.
«Asisto a clases de romaní porque quiero aprender mi lengua», comenta la niña. «Y algún día, cuando viaje a algún sitio donde haya personas romaníes que no hablen bosnio, podré conversar con ellas».