La manifestación coincide con el aniversario del Acuerdo de devolución de Okinawa a Japón
45 años después, la isla alberga el 70% de las instalaciones militares que Estados Unidos mantiene en Japón y que ocupan un 20% del territorio de Okinawa
CdP/Pressenza.- Organizaciones sindicales y civiles de la prefectura de Okinawa, la más lejana de Japón, se han manifestado este domingo en rechazo al traslado de una base militar de Estados Unidos a un nuevo centro que se construye allí.
Unas 2.200 personas se reunieron en Nago para protestar contra el plan y exigir el cierre definitivo de todas las instalaciones estadounidenses, comprometiéndose a luchar contra la apertura de otra base similar en el futuro. Estas protestas coinciden con el 45º aniversario del Acuerdo de Reversión de Okinawa a Japón. Firmado en 1972, el gobierno de Washington devolvió a Tokio la soberanía de la isla, aunque conservó el derecho de mantener sus bases militares.
La protesta recorrió las costas del distrito de Henoko, en la ciudad de Nago, donde el Gobierno central de Japón levanta la nueva unidad de la Infantería de Marina norteamericana. Muchos de los participantes reiteraron sus preocupaciones por los daños medioambientales que ocasionará ese proyecto. El mar de Henoko alberga arrecifes de coral y es el hogar del dugongo, un mamífero marino en peligro de extinción.
«Okinawa continúa sufriendo accidentes relacionados con las bases estadounidenses, ambientales y de otra índole», ha manifestado en un comunicado el gobernador de la isla, Takeshi Onaga, quien califica las bases como «el mayor impedimento para el desarrollo». Onaga amenazó el mes pasado con imponer una nueva demanda y recurrir a otras medidas legales para frenar la construcción de la base militar, de confirmarse los perjuicios sobre el entorno. En su opinión, es inaceptable la decisión del Estado nipón porque no toma en cuenta la importancia de preservar el medioambiente y podría destruir el ecosistema de los arrecifes de coral.
«Construir una Okinawa pacífica y próspera»
En noviembre de 2016, un tribunal de este país asiático ordenó al Gobierno central pagar 22 millones de dólares a los residentes de Okinawa como compensación por la contaminación acústica derivada del ruido de aviones en la base aérea de Futenma. Sin embargo rechazó la demanda para la suspensión de los vuelos y afirmó que el Estado no está en posición para regular la operación de aviones militares norteamericanos, de acuerdo con el tratado de seguridad nipo-estadounidense. Onaga afirma que se mantendrá firme en la lucha: «Seguiré trabajando en el problema de las bases para construir una Okinawa pacífica y próspera».
En mayo de 1972, cuando Okinawa fue devuelta al control japonés, la superficie utilizada exclusivamente para instalaciones militares estadounidenses ascendía a unas 27.893 hectáreas. A partir de enero de este año, la zona se había reducido a 18.609 hectáreas, alrededor del 33,3%. Sin embargo, según informa el diario nipón Japan Times, en comparación con lo que ocurre en las principales islas de Japón, el ritmo de reducción de la base en Okinawa es lento. A pesar de representar sólo el 0,6% de la superficie del país, Okinawa posee el 70,6% del área ocupada por instalaciones militares estadounidenses en Japón.