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Un convento francés abre sus puertas a refugiados africanos y enciende la solidaridad entre vecinos

Francia acogerá a diez mil refugiados entre 2018 y 2019

Los primeros 56 han llegado a un pequeño municipio rural, Thal-Marmoutier, procedentes de Eritrea, Etiopía, Sudán, República Centroafricana, Malí y Nigeria

La solidaridad de los nativos con los nuevos vecinos augura éxito al programa de asilo

Sentir por primera vez la nieve fue el preludio de un nuevo comienzo.

56 refugiados de origen africano han sido acogidos en un antiguo convento de madres franciscanas enclavado en Thal-Marmoutier, un municipio rural de apenas 800 habitantes ubicado en el departamento de Bajo Rin en la región de Alsacia al noroeste de Francia.

Son los pioneros de un programa gubernamental cuyo objetivo es alojar a diez mil refugiados hasta finales de 2019, quienes serán reubicados en distintas regiones de Francia desde países de tránsito y asilo como Líbano, Jordania y Turquía en Asia y que recientemente se expandió a campamentos localizados en Chad y Níger en África.

Los africanos recién acogidos por Francia forman parte de un flujo incesante –aunque actualmente menor- de refugiados que huyen a Europa con la esperanza de recuperar la vida que la violencia les arrebató | ACNUR / Benjamin Loyseau

En 2015 se agudizó la migración forzada de personas que arriesgan su vida cruzando el Mar Mediterráneo en botes controlados por traficantes para llegar a Italia, Grecia y España en busca de protección contra la violencia, la persecución y la pobreza que viven en sus países a causa de conflictos o guerras, principalmente provenientes de Siria, Afganistán y Eritrea.

Más de un millón y medio de personas migraron hacia Europa a través del Mediterráneo entre 2015 y febrero de 2018 según la Agencia de la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 11.800 murieron en el intento.

Más de un millón y medio de personas migraron hacia Europa a través del Mediterráneo entre 2015 y febrero de 2018 | ACNUR / © Massimo Sestini para la marina italiana

Los africanos recién acogidos por Francia forman parte de ese flujo incesante –aunque actualmente menor- de refugiados que huyen con la esperanza de recuperar la vida que la violencia les arrebató. Los 56 recién llegados provienen de Eritrea, Etiopía, Sudán, República Centroafricana, Malí y Nigeria.

En el pasado, la decisión gubernamental de dar asilo a refugiados generó rechazo entre algunos actores gubernamentales y protestas de nativos que fueron apoyadas por el Frente Nacional, un partido de ultraderecha.

Centenares de personas se manifestaron en algunos de los 300 lugares previstos por el gobierno francés para recibir a refugiados luego de que el expresidente François Hollande prometiera desmantelar y reubicar a los refugiados que se concentraban en un campo en la ciudad de Calais, al norte de Francia, en octubre de 2016.

Sin embargo, los actos solidarios suscitados durante la primera incursión de refugiados africanos en Thal-Marmoutier prometen el éxito del programa, comenzando por la donación de ropa y juguetes realizada por los vecinos, al principio escépticos sobre la llegada de los extranjeros.

El deporte fue pieza clave para la integración de franceses y africanos, una actividad que venció incluso la barrera del idioma, de ello da cuenta Farida.

El deporte fue pieza clave para la integración de franceses y africanos, una actividad que venció incluso la barrera del idioma | ACNUR / Benjamin Loyseau

La etíope de 23 años entrenaba en el estadio de Saverne, a unos diez kilómetros de Thal-Marmoutier, dos veces por semana sin inmutarse por la lluvia o la nieve. Una exmaestra de gimnasia la vio mientras corría y decidió ayudarla, ambas se reunieron cada martes por las tardes sin importar que hablaran distintos idiomas.

«Quiero ser un gran atleta en el futuro y seguir adelante. Quiero tener éxito en este nuevo país y en mi país también», dijo Farida a ACNUR, quien sueña con convertirse en campeona de atletismo.

Otro maestro de una ciudad vecina tuvo la iniciativa de organizar contiendas deportivas entre niños nativos y los 15 menores africanos, las dificultades de comunicación entre ellos no parecían interferir la convivencia según la hermana Martine, una de las religiosas que acogieron a los refugiados.

“Los niños son la clave de la integración y sería mejor si los refugiados más pequeños fueran puestos en la guardería con los niños de la aldea,” opinó Pierre Berret, entrevistado por agentes de ACNUR, uno de los vecinos que al principio no estaba seguro de la llegada de los refugiados pero que regaló dulces a los niños cuando recién los conoció.

A los hijos de los refugiados se les impartieron clases especiales dentro del convento, es decir, no convivieron con los niños nativos dentro del aula; aunque posteriormente lo harán, pues el siguiente paso será integrarlos a una clase regular en una escuela pública.

A los hijos de los refugiados se les impartieron clases especiales dentro del convento, aprender el idioma fue la prioridad | ACNUR / Benjamin Loyseau

La prioridad de ese primer curso liderado por la organización «Agir abcd» era que los niños aprendieran francés, lo mismo para los adultos, quienes pasaron la mayor parte del día en clases intensivas del idioma organizadas por la Oficina de Inmigración e Integración de Francia.

También prepararon a los adultos para integrarse a la vida en Francia, les enseñaron cómo presentarse, hablar de su procedencia y de las circunstancias de su familia; les dijeron cómo orientarse en las calles y leer letreros, cómo funciona el transporte público, cómo leer un mapa en una parada de autobús, les hablaron sobre las diferencias culturales, sobre cómo se organizan las elecciones, la separación de poderes y la diversidad de la sociedad francesa.

Los refugiados pasaron cuatro meses en Thal-Marmoutier a partir de diciembre de 2017, además de las clases sobre el idioma y la cultura francesa, recibieron atención médica, psicológica y orientación sobre sus derechos sociales.

Durante ese periodo fueron asistidos por las quince religiosas que habitan el ancestral convento, quienes han llevado a cabo misiones en África, y por integrantes de France Horizon, una organización dedicada al acompañamiento e integración de inmigrantes y refugiados, con el apoyo solidario de asociaciones como Médicos del Mundo, Palabras sin Fronteras y Agir abcd.

 

“Si Dios quiere, nuestro futuro será bueno, estoy seguro de ello. Soy optimista por mí y por los otros […] me gustaría trabajar, eso sería algo bueno”, aseguró Mohammed, un refugiado de Eritrea, quien huyo con su esposa y cuatro hijos.

 

En mayo, concluida la primera fase de adaptación, las autoridades reubicarán a los refugiados en una vivienda independiente en diversas regiones del país donde France Horizon tenga presencia, pues sus integrantes les acompañarán ocho meses más para ayudarlos a echar raíces, de acuerdo con el programa.

«Creo que el tiempo que pasan aquí no es suficiente», dijo Pierre Berret. El lamento del vecino podría sorprender pues Thal-Marmoutier está ubicado en el corazón de un departamento francés donde el voto al partido utlraderechista Frente Nacional ganó en la primera vuelta de las elecciones presidenciales, según el diario La Croix.

ACNUR realizó un video para relatar las experiencias de la primera acogida en el municipio, apenas lo subió a YouTube el 27 de abril un usuario lo atacó con el comentario “envíen a estos invasores de vuelta”.

Integrantes de France Horizon realizaron trabajos de sensibilización sobre la situación de los refugiados con los vecinos de Thal-Marmoutier | ACNUR / Benjamin Loyseau

A pesar del rechazo de algunos, el éxito de la acogida a los primeros refugiados africanos fue fruto del trabajo de sensibilización sobre las circunstancias de los refugiados que realizó Abdel Barbeche, un psicólogo clínico de France Horizon, entre los habitantes de Thal-Marmoutier.

 

«Estoy satisfecho y orgulloso de dar la bienvenida y tranquilizar a los refugiados y los aldeanos y explicarles que no debemos tener prejuicios o estigmatizar a las personas que no conocemos», dijo.

 

Abdel y su equipo organizaron diversas actividades para los refugiados con el apoyo del gobierno local, como talleres de cocina y clases de yoga.

Pero también se debió a la actitud positiva que mostraron los refugiados, a sus ganas de aprender y reincorporarse a la vida.

«Estos son simplemente estudiantes encantadores […] Son estudiantes motivados que realmente quieren aprender […] Me doy cuenta de que yo mismo tendría muchos problemas para reproducir un sonido en su idioma o recordarlo. Estoy bastante impresionada», dijo Sylviane Zins, la maestra de los niños refugiados.

«Vivimos momentos horribles que estarán grabados en la memoria hasta el final de nuestra vida […] Pasaremos la página. Francia es nuestro consuelo», aseguró Hissein Haroun, un refugiado proveniente de África Central al diario francés La Croix.

Los 55 refugiados fueron elegidos por los agentes de la Oficina Francesa de Protección de Refugiados y Apátridas (OFPRA) por considerar que reunían las características para recibir asilo de entre 270 personas previamente seleccionadas por la ACNUR.

Su alojamiento será financiado por el Ministerio del Interior y el Fondo de Asilo, Migración e Integración (FAMI) creado por la Unión Europea para el periodo 2014-2020 para desarrollar un sistema común de asilo y apoyar la migración legal de acuerdo con sus necesidades laborales.

“Estar aquí es una oportunidad […] Pero no por eso nos olvidamos», dijo Kadja, una mujer que huyó de la guerra civil de la República Centroafricana con sus hijos, quien llamó al presidente francés Emmanuel Macron a «no abandonar amigos, los padres siguen allí».

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